A todos aquellos interesados en el embarazo, parto, puerperio, lactancia materna y crianza. Hago mia la frase de "abrázame y quiéreme cuando no me lo merezca, pues será cuando más lo necesite"




Estaba haciendo tiempo la otra tarde mientras Lara estaba en psicomotricidad, cuando decidí entrar en Santos Ochoa para tomarme un café mientras ojeaba la prensa. La Rioja no estaba disponible y cogí el Suplemento del periódico del domingo. Y empece a leer una articulo sobre Catherine Hamlin y su reciente premio, Nobel Solidario y mi café bombón, dulce como solo la leche condesada puede serlo, me empezó a saber amargo.

He leído mucho sobre la ablación, practica que han sufrido 130 millones de mujeres, normalmente africanas y de jovencísima edad, 7 años algunas, para evitar la promiscuidad según las parteras que practican dicha “intervención”. Mezcla de ignorancia, ritual de iniciación, costumbres, etc.

Pero de la fistula obstetricia, no había oído hablar.

Cuerpos de niñas que se quedan embarazadas no estando preparadas para dar a luz, para poder parir. Se encuentran atrapadas ellas y sus bebés en unos cuerpos que no están diseñados para poder hacer un trabajo de parto y parir. Días infinitos de trabajo de parto, ¡¡hasta 10 días!! dolor inmenso del cuerpo y del alma, del bebé que además nace muerto. Me resulta inimaginable, pero mi cuerpo que tiene memoria de mi propio “parto robado” llora cuando lee este articulo. Solo en pensar en esas niñas.

Este número ¡inmenso! de niñas, que con que sea una sola ya me vale pues podría ser mi propia hija si en vez de nacer en Europa, hubiésemos nacido en África, son repudiadas porque no pueden contener ni las heces, ni la orina y son peor que leprosos por el hedor que desprenden.
Sufren la desolación. El alma rota por semejante sufrimiento y acaban siendo repudiadas por sus propias familias, pero sobre todo por el hombre que un día engendro y luego repudio. 8.000 mujeres etíopes lo han sufrido.
25 millones, las mujeres africanas afectadas por ello en total y que en Europa y en América se erradico en el siglo XIX.

Pues bienvenido sea el premio, el Nobel Solidario para esta mujer, Catherina Hamlin, que llego a Etiopía en el año 1959 y que trabajó como ginecóloga y obstetra en un hospital de Addis Abeba para tratar de ayudar a estas mujeres y que posteriormente fundó otro hospital junto con su marido para restablecer la salud primero, la dignidad y el orgullo de ser mujer a estas mujeres. Mujeres que tristemente normalizan dicha situación de violencia de género contra ellas.

Esperemos que para sus hijas, las circunstancias puedan cambiar.

Foto Nandi.


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